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Fe y ateísmo, dos razones para vivir

Ateísmo y fe, dos razones para vivir

El padre Jaime Ripoll, sacerdote, expone por qué tanto creyentes como no creyentes tenemos razones para querer vivir y defender la vida.

Los que gracias a Jesucristo creemos en Dios y le llamamos Padre, sabemos que la vida y el alma son un regalo que nos hace únicos e irrepetibles, porque estamos pensados para vivir una eternidad de amor junto a la Trinidad, nuestra madre la Virgen María y todos los Santos. Por este motivo afirmamos que nadie está autorizado para decidir quién goza del derecho a nacer y ser o no ser poseedor del milagro de la vida. Una vida que ha de ser respetada en toda circunstancia, sin excusas de edad o estado de salud, porque no hay persona alguna que tenga la potestad para decidir en qué momento el alma debe separarse del cuerpo y reencontrarse con el Padre. En parámetros terrenales, esta cuestión debería ser tan obvia como que a uno no le es posible establecer la fecha y la hora en la que el Rey ha de recibirle en audiencia privada.

A nivel civil, no es lícito identificar un óvulo fecundado como una parte del cuerpo de la mujer o como un ente sin vida humana, porque si así fuera, el Código Civil no podría otorgar los derechos sucesorios al nasciturus, es decir, al no nacido. También debemos recordar que Amnistía Internacional afirma que cualquier forma de ejecución es inhumana y que aun así, hoy se sigue aplicando la pena de muerte indiscriminadamente a las personas más vulnerables, personas con discapacidad psíquica, etc. Hechos que nos deberían escandalizar, pero por contra, en España se determina qua acabar con la vida está por encima del derecho a los cuidados paliativos, y el amor se suprime y es reemplazado por “eres una carga ¡muérete!”

Finalmente, cabe preguntarse cómo una persona que no cree en Dios ni en la vida eterna es capaz de castigar a una vida humana a no ser y conducir su existencia a una nada conexa a su incredulidad.

P. Jaime Ripoll
Sacerdote

Esta entrada tiene un comentario

  1. Una de las más urgentes asignaturas pendientes de este país es la cobertura universal de los cuidados paliativos para todo el territorio español. Mientras esto no se resuelva la Ley de la Eutanasia es una muestra más de como la prisa por legislar crea más problemas que soluciones y lo que es peor deja a los enfermos desprotegidos y a merced de una ley injusta

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