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La mujer como modelo

Es extraño el día en el que los telediarios no incluyen la noticia del asesinato de alguna mujer, incluso ahora en tiempos de pandemia en los que el COVID-19 tiene todo el protagonismo. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a que los llamados casos de violencia de género o violencia doméstica sean siempre una sección más de los informativos. Un lenguaje demasiado formal para hablar sobre algo que se resume en una sola palabra: maltrato. Maltrato que por desgracia, en muchas ocasiones termina con vidas humanas.

Los políticos, unos y otros, llevan años aprobando leyes y decretos en los ámbitos judicial y asistencial para intentar atajar de alguna manera esta sangría constante y sus consecuencias. Las campañas de concienciación social, medidas de alejamiento para los agresores, penas más duras para los maltratadores, seguimiento de las víctimas con pulseras GPS, policías y jueces especializados en la materia… Todo esto está muy bien, pero no es suficiente.

Con el drama del aborto interesa crear la imagen de la mujer como un mero continente de una criatura de la que se puede desprender y aniquilar como si fuera un simple objeto

El respeto por la mujer nunca se construirá principalmente desde las administraciones públicas ni desde los juzgados de guardia o las comisarías de policía. La mujer, su integridad y todas las maravillas que la rodean son minusvaloradas y menospreciadas en muchos ámbitos de la sociedad. La publicidad, el cine y la televisión nos presentan modelos de mujer que han sido configurados únicamente en función de sus atractivos superficiales. Sólo interesa el cuerpo bello, frágil, moldeable y esbelto. Sólo interesa mostrar modelos de mujer que sean deseables o apetecibles para su posesión, casi como un trofeo. Incluso con el drama del aborto interesa crear la imagen de la mujer como un mero “continente” de una criatura de la que se puede desprender y aniquilar como si fuera un simple objeto, cuando en realidad la mujer es creadora, junto al marido, de un “contenido” que es en esencia la vida misma, algo tan importante como lo es traer al mundo un nuevo ser humano.

Pero no; lo interior, lo trascendental, la maternidad, las virtudes con las que cuentan la mayoría de mujeres… todo ello se oculta al gran público. La verdadera belleza de toda mujer no se expone y, por lo tanto, tampoco se conoce. Es muy triste que ocupen más horas de televisión las mujeres del famoseo que van a una isla para ser parte de un reality show que los logros alcanzados por la medallista paralímpica Teresa Perales, o que los éxitos de la alemana de origen turco Öezlem Türeci, responsable de la vacuna de Pfizer contra el virus mortal contra el que ahora luchamos.

Para recuperar a la mujer como verdadero modelo no es sólo cuestión de citar nombres de mujeres que hayan destacado por su trayectoria humana y profesional. Afortunadamente son miles y miles las mujeres que cada día merecerían un homenaje. Mujeres que compaginan al mismo tiempo su trabajo, la educación de sus hijos y las tareas domésticas, en muchas ocasiones sin contar con la implicación y la corresponsabilidad de los padres. El día en el que la mujer deje de ser vista como un simple objeto de deseo, el día en el que se hable de su enorme valía y no de su fragilidad, el día en el que ser mujer no sea un impedimento ni una ventaja, el día en el que se la considere en su integridad… ese día será el comienzo de un mundo más humano.

Javier Pons de Villanueva
Periodista

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